Diversidad
en el aula
Las escuelas, cada vez más, reflejan en las aulas la diversidad que existe en la sociedad. El profesorado de Educación Primaria y Secundaria a menudo se encuentra con alumnado que presenta dificultades para realizar actividades o interiorizar los conocimientos del currículum escolar. Estas dificultades se traducen en falta de motivación, velocidad lenta en la ejecución de las tareas, distracciones, disrupción, apatía, etc.
Pero no sólo el alumnado aporta diversidad en el aula; la estructura, origen, cultura y dinámica de las familias o la organización, estilos educativos, recursos, proyectos, etc. de los centros son factores que contribuyen a diversificar el proceso formativo.
Para hacer frente a esta situación existen muchas técnicas, metodologías y estilos de enseñanza y la mayoría de ellas hacen énfasis en la necesidad de que el alumnado participe de forma activa en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ajustándolo a sus necesidades, capacidades y objetivos personales.
Los expertos consultados señalan que es importante incluir procesos como enseñar a pensar y enseñar a aprender dentro del proceso formativo, a la vez que se favorecen los mecanismos que permiten un mejor conocimiento de uno mismo y ayudan al alumnado a identificarse.
Está claro que en la sociedad actual, la enseñanza de calidad debe garantizar que se da respuesta a los diferentes ritmos de estudio y de aprendizaje del alumnado. Educar en la diversidad implica desarrollar actitudes y comportamientos cooperativos y plurales, favorecer estrategias de aprendizaje que impliquen a profesorado y alumnado en el proceso educativo y convertir toda esta teoría en un proceso de continuidad, no en una finalidad.
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Las escuelas, cada vez más, reflejan en las aulas la diversidad que existe en la sociedad. El profesorado de Educación Primaria y Secundaria a menudo se encuentra con alumnado que presenta dificultades para realizar actividades o interiorizar los conocimientos del currículum escolar. Estas dificultades se traducen en falta de motivación, velocidad lenta en la ejecución de las tareas, distracciones, disrupción, apatía, etc.
Pero no sólo el alumnado aporta diversidad en el aula; la estructura, origen, cultura y dinámica de las familias o la organización, estilos educativos, recursos, proyectos, etc. de los centros son factores que contribuyen a diversificar el proceso formativo.
Para hacer frente a esta situación existen muchas técnicas, metodologías y estilos de enseñanza y la mayoría de ellas hacen énfasis en la necesidad de que el alumnado participe de forma activa en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ajustándolo a sus necesidades, capacidades y objetivos personales.
Los expertos consultados señalan que es importante incluir procesos como enseñar a pensar y enseñar a aprender dentro del proceso formativo, a la vez que se favorecen los mecanismos que permiten un mejor conocimiento de uno mismo y ayudan al alumnado a identificarse.
Está claro que en la sociedad actual, la enseñanza de calidad debe garantizar que se da respuesta a los diferentes ritmos de estudio y de aprendizaje del alumnado. Educar en la diversidad implica desarrollar actitudes y comportamientos cooperativos y plurales, favorecer estrategias de aprendizaje que impliquen a profesorado y alumnado en el proceso educativo y convertir toda esta teoría en un proceso de continuidad, no en una finalidad.
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